miércoles, 24 de agosto de 2011

Días 9, 10, 11, 12: Barcelona - Lleida - La Pobla de Segur



Buenas a todos! Esta entrada será algo distinta a las demás (bueno, bastante), ya que narra los días que estuve en Barcelona. Poco hay que contar, solo voy a destacar algunas cosas:

El día que llegué a Barcelona besé mi cama (después de a mi madre). Lo primero que hice fue comerme un chuletón de ternera con la excusa de recuperar las piernas y generar nuevas fibras. Lo segundo, descansar y quedar con los amigos para cenar (un saludo a Raul y Doris y las gracias por invitarme a cenar a su casa!). La foto es de una botella de licor Bertín Osborne que compré para la ocasión. Chicos, 5 euros en el LIDL! Te pegas la fricada, está barata y encima estaba buena que te cagas, jeje.



En cuanto al dormir... debo decir que dormía mejor que cuando estaba en ruta, pero al igual que en la montaña, me despertaba varias veces durante la noche al tener el organismo acelerado. Además, cada vez que me despertaba notaba que estaba haciendo fuerza y tensando las piernas, dándome la sensación de que me iban a dar tirones en los cuádriceps. Además, eso me llevaba pasando desde hacía varios días cuando estaba en los Pirineos. Entonces, al ver que no mejoraba estando ya en reposo en casa, me preocupé. Decidí coger la bici pasados dos días para ver qué tal iban las piernas.

Fui a por la bici, me subí en ella y al principio todo parecía bien. Empecé a rodar llano hasta el puerto, pero en cuanto vino la más leve subida, empecé a notar que los cuádriceps se me cargaban y tensaban de tal manera que parecía que me iba a dar un tirón allí mismo. También notaba quemazón y dolor en los dos cuádriceps, en la zona más cercana a la rodilla. Mal asunto. No quise forzar, así que me volví para casa. Mañana será otro día. Me puse a dormir, y volví a notar esa sensación en las piernas.

Al día siguiente empecé a planificar mi vuelta a los Pirineos y a programar los hostales para los siguientes días. Aunque tuviera las piernas hechas una mierda, yo iba a ir. Iba a ir y lo iba a acabar. Aunque no te guste la sopa, te la comes. Que tiene mucho alimento. Así pues, visto que no tenía más remedio que ponerme las pilas, decidí pedir hora para un fisioterapeuta a ver si me arreglaba las piernas. Esa misma mañana busqué por internet algún fisioterapeuta que pueda cogerme ese mismo día, hasta que encontré uno. Me dió hora para las 13:00. Mientras llegaba la hora, empecé a buscar la manera de volver en tren a la zona y que me dejara lo más cercano posible al punto de donde debía volver a partir. Finalmente decidí que iria en tren hasta Lleida y una vez allí cogeré el ferrocarril que lleva hasta La Pobla de Segur.

Una vez supe de donde partiría, tracé una ruta desde Pobla de Segur hasta Llavorsí, y ya desde ahí cogería la ruta Transpirenaica original hasta Espuí y finalmente hasta Pont de Suert. También busqué los hostales para dormir en estos pueblos. En un par de horas lo tenía todo atado. Cuando llegó la hora, me fui al fisioterapeuta.

Una vez allí le expliqué mi caso, sonrió y me dijo que me miraría las piernas. En cuanto me tocó me dijo que las tenía cargadísimas, pero que no parecía tener nada grave. Seguidamente me aplicó ultrasonidos en los cuádriceps y luego me hizo un masaje de esos que duelen bastante, para relajar los músculos. Solté los 50€ que costaba la visita y me fui para casa confiando en que el masaje y los ultrasonidos funcionaran y mis piernas mejorasen. Esa noche dormí mucho mejor.

Llegó el último día antes de irme y me dediqué a descansar todo lo que podía las piernas. Ya las notaba mejor, no tan agarrotadas como antes. Empecé a preparar otra vez las alforjas y hacer recopilación de todo lo que necesitaba para acabar el viaje. Me preparé mentalmente y planifiqué los trenes para el día siguiente. Y finalmente, a dormir.

Me levanté al día siguiente y aproximadamente a las 15 de la tarde me fui hacia la estación de L'Hospitalet. Decidí ir con la misma bici, para ver qué tal iban respondiendo las piernas. Y respondieron maravillosamente. No me dolían y, aunque el camino fuera casi todo llano y no supusiera un gran esfuerzo, llegué sin problemas a la estación. Ahí cogí el tren que iba hasta Lleida y estuve 3 horas en él. Una vez en Lleida esperé 30 minutos al ferrocarril que salía para la Pobla de Segur y tardaba otras 2:30 horas más. Si se os da bien sumar, veréis que en total fueron 6 horas de viaje. Hay que tener ganas, de verdad que hay que tenerlas.

Llegué a la Pobla creo que sobre las 22 horas y algo. Fui a buscar el hostal, que quedaba bastante cerca de la estación, dejé la bici y bajé a cenar. Una vez hube cenado, subí a la habitación a preparar las mochilas y las botellas con el agua para el día siguiente. También estuve, mientras veía la tele descansando ya en la cama, concienciándome todo lo que pude y dándome ánimos a mí mismo para acabar. Esta vez ya sabía lo que me podía esperar, y necesitaba concienciarme muy bien para acabarlo sin problemas.

Finalmente cerré los ojos y me fui a dormir. Mañana empieza la aventura, otra vez.

lunes, 22 de agosto de 2011

Día 8: Ponts - Lleida - Barcelona



Siguiente día de mi viaje. De esta etapa no hay mucho que destacar. Empecemos:

Me levanto temprano hoy también, a las 7 de la mañana. Bajo al comedor del hostal y me meto un bocadillo de jamón y un zumo de naranja. Las piernas ya no me duelen... me chillan. Siento que estoy al límite, un par de días más y mi cuerpo diría basta. Después de desayunar y pagar la cuenta subo a llenar la botella y la mochila de agua. Seguidamente bajo a buscar la bici y me subo en el sillín. El dolor de culo es... bueno, es impresionante. Todos los dolores que siento empiezan a no poer describirse, llevo una cantidad de cansancio acumulado que incluso me impide estar alto de moral.

Me pongo en marcha a casi las 8 de la mañana, calentando las piernas mientras salgo del pueblo. La carretera pronto empieza a hacer subidas y bajadas. NO como las de los Pirineos, pero a estas alturas cualquier cosa que no sea llanear o bajar me duele y me quema en las piernas. Una hora, dos horas, tres horas... pedaleo ya rutinariamente por el asfalto, ya casi como un zombie montado encima de una bicicleta. A las tres o cuatro horas de viaje paro para tomarme unas barritas de carbohidratos y así proporcionarme algo de energía. Sigo pedaleando.

Al cabo de unas 7 horas llego a Lleida. ¡Por fin! busco la estación de la Renfe, la estación de Lleida-Pirineus. Llego y me pongo en la cola para comprar un billete. 11 euros. Ya me da igual, aunque fueran 60 euros los pagaba bien agusto. Lo malo es que tengo que esperarme aún dos horas hasta que salga el tren regional que me llevará a Barcelona. También me da igual. Me voy un rato por las cercanías de la estación y me siento en una terraza a tomarme una Coca-Cola y un bocadillo de tortilla de verduras. Finalmente llega la hora de partir. Me subo al tren.

En el tren conozco a un chico de Madrid que va con una bici. Su destino... ¡Llançà! Va a hacer la Transpirenaica, tres o cuatro etapas. Le explico mis experiencias, las cosas que verá, lo que debe evitar, etc... Tres horas y media de viaje después, estamos en Barcelona. Bajo del tren en la estación de L'Hospitalet ya que el tramo entre Hospitalet y Sants está en obras. Voy en bici desde Hospitalet hasta mi casa. Dejo la bici en el cuarto de las bicis y subo a mi casa. Por fin.

Me propongo pasar un par de días descansando, reponiéndome y reorganizando el resto del viaje. Porque... voy a volver. Aunque nadie lo crea, yo voy a acabar mi viaje. En mi casa ya doy la noticia de que vengo por un par de días, que esto es una pausa. Mi madre no se lo cree, se queda flipando. Mis amigos me dicen que estoy loco, que estando ya en casa no entienden cómo voy a volverme a pasarlo mal otra vez a la montaña. Yo, solo pienso en volver.

Y así, amigos y amigas, es como concluye la primera etapa de mi viaje. En las siguientes entradas os relataré mi estancia en Barcelona preparando la vuelta a los Pirineos y las tres etapas que concluyen mi gran aventura. ¡¡Gracias a todos por leerme!! Un abrazo y hasta pronto!!

PD: La foto es de la estación de Lleida-Pirineus. La he cogido de Google, puesto que ese día no hice ni una foto. Estaba tan cansado ya que sólo quería llegar a mi destino cuanto antes.

jueves, 18 de agosto de 2011

Día 7: Tuixent - La Seu d'Urgell - Ponts

El día de hoy está lleno de algunos imprevistos que truncan mi viaje momentáneamente. Empecemos...



Como ya dije ayer, hoy tenía que acabar el trozo de etapa que no pude acabar por culpa de los alojamientos y llegar hasta Noves de Segre. Luego tengo que empezar la nueva etapa que va desde Noves de Segre hasta Llavorsí. Todo un reto, más aún teniendo en cuenta que tengo las piernas ya destrozadas.

Me levanto a las 6 de la mañana y bajo a desayunar. La mujer del albergue me había dejado el desayuno listo por la noche para poder comer algo aunque no hubiera nadie despierto. Una santa. Hago cuenta del par de rebanadas de pan, los embutidos, el yogur con miel, el zumo... y una vez bien alimentado subo a vestirme y prepararme para empezar a pedalear. Una vez preparado me dispongo a irme, cojo el móvil y... mal asunto. Lo había dejado cargando con el cargador que compré en los chinos hacía un par de días y... ahora el móvil no coge cobertura. Ni de voz, ni de datos, ni de GPS, ni de NADA. Tengo un ladrillo de 500 euros. Me pongo muy nervioso ya que sin móvil estoy bien jodido, sobretodo estando solo como estoy. Intento calmarme, lo dejo estar y voy a por la bici.

Salgo del albergue ya a las 7 de la mañana y vuelvo a mirar el móvil. Nada. No puedo usar el GPS ni llamar en caso de emergencia. Empiezo a preocuparme bastante, pero comienzo a pedalear en dirección a Noves de Segre por si se soluciona solo pasado un rato. Voy bajando por la carretera hasta el punto en que debo dejar el asfalto para adentrarme en el bosque en dirección a la alta montaña. En ese punto vuelvo a mirar el móvil y sigue igual. Incomunicado. Llegados a este punto me planteo el meterme en el bosque sin la posibilidad de orientarme si me pierdo o llamar si me pasa algo. Decido, y creo que sabiamente, que la etapa de hoy la voy a hacer por carretera en vez de por caminos.

Decido ir hasta la Seu d'Urgell y de ahí hasta Noves de Segre. Luego ya veremos qué pasa. Así pues, sigo pedaleando por la misma carretera por la que venía. Tengo por delante 45 kilómetros hasta la Seu d'Urgell, y la carretera no pinta nada bien. Subida, bajada, subida, bajada... Pues sí señores, así me tiro las primeras 4 o 5 horas de la mañana. Subiendo y bajando la carretera, pasando pueblos, espantándome las moscas y cagándome en el ingeniero de caminos que diseñó la carretera. ¿Cómo es posible que una carretera no haga otra cosa que bajar para subir, y subir para bajar? Horroroso. Las piernas ya me chillan, pero pedaleo sin parar con un único pensamiento en mi mente: llegar a la Seu. El móvil sigue sin pillar cobertura.



Después de esas 4 o 5 horas, durante las cuales se pone a llover otra vez (para hacerlo más divertido), llego por fin a la Seu d'Urgell. Bajo hasta el valle donde está emplazada y me meto en sus calles. Nada más llegar, el móvil suena indicándome que me ha llegado un correo. ¡Funciona! Vuelvo a tener cobertura de voz y datos! Todo un descanso. Ahora la siguiente pregunta es... y de aquí, ¿hacia dónde voy? Cómo me lo monto? Una opción es ir hasta Sort superando un puerto de montaña de 20 kilómetros y después bajando otros 15. Mal asunto, está lloviendo y el tiempo está empeorando mucho por momentos. No me atrevo a meterme a subir 20 kilómetros con las piernas como las llevo, por carretera y lloviendo. Además, estoy muy cansado y con la moral bastante baja de los imprevistos del día. Otra opción es... la que al final tomo. Descansar.

Decido descansar, tomarme un respiro de un par de días y después continuar. Así pues, me dirigo a la estación de autobuses a preguntar por el autocar a Lleida. El conductor me dice que tengo que embalar la bici, que si no, no puedo subir al bus. Es domingo, está todo cerrado, yo estoy cansado y no tengo ganas de embalar nada. Así pues, le pregunto: ¿a cuánto está Lleida? A 130 kilómetros, me dice. Y yo respondo... "mmm bien, gracias". Nos vamos a Lleida en bici.

Me pongo en marcha a las 12 de la mañana otra vez con unos nubarrones al fondo que dan miedo. Pedaleo por carretera en dirección Lleida con 50 kilómetros ya a mis espaldas, con otros 130 que me quedan por delante. No llegaré hoy a mi destino, pero haré todo lo posible por quedar lo más cerca que pueda. Pedaleo duro por túneles, grandes subidas y grandiosas bajadas. Los coches me pasan uno a uno, algunos a una distancia prudencial y otros que podrían sacar chispas con mi bici los muy hijos de su madre. En varios momentos me paro a tomarme un par de geles de carbohidratos y barritas, a beber agua, reponer fuerzas... pero no me quiero entrener mucho ya que quiero avanzar lo máximo posible.

A las 16 de la tarde aproximadamente llego a Ponts, un pueblo suficientemente grande como para tener varios hostales donde elegir. Llevo pedaleando desde las 7 de la mañana y he hecho en total 110 kilómetros (50 hasta la Seu d'Urgell y otros 60 hasta Ponts). Decido parar por hoy ya que no quiero forzar la máquina. Me alojo en un hostal, me ducho y bajo a ponerme las botas en el buffet libre. Me meto entre pecho y espalda un entrecote y me quedo más agusto que nadie. Finalmente subo a la habitación a descansar, a ver la tele y a hacer tiempo hasta la cena. Después de cenar un plato combinado me mentalizo para el día de mañana y me relajo viendo la tele. Para acabar, subo a la habitación a descansar y dormir. Estoy reventado, este viaje está acabando conmigo. pero yo, por lo que más quiera, juro que lo ACABARÉ.

Mañana será otro día. Buenas noches a todos.

PD: Tampoco hay muchas fotos de hoy ya que todo ha sido por carretera y encima llovía.





sábado, 13 de agosto de 2011

Día 6: Bagà - Tuixent



¡Hola a todos! Vuelvo otra vez para relataros la siguiente etapa de mi viaje, esta vez ya totalmente en solitario. Ahí va.



Después de haberme movido mucho en la cama esta noche, me despierto a eso de las 9 aproximadamente. Julio todavía duerme y Víctor y Manu han cogido a las 7 un bus hacia Barcelona. Suerte y hasta pronto companys! Me visto y salgo a hacer unas compras antes de salir. Voy a los chinos y compro un cargador de móvil (ya que el mío me lo dejé en el hostal de Camprodón), luego en la panadería compro un par de barras de pan y en un supermercado compro fiambre de pavo para los bocadillos. Vuelvo a casa de Julio y ya están despiertos. Desayuno en compañía de Javi y preparo los bocadillos para el resto del día. Uno mediano de pavo para desayunar y otro grande (también de pavo) para comer. Entre unas cosas y otras son las 10:45 cuando salgo de casa de Julio. Me despido de todo el mundo excepto de Julio, que tiene el valor (olé tus huevos campeón) de volver a coger la bici para acompañarme un trozo hasta la salida del pueblo.

Saliendo del pueblo lleno las botellas en una fuente y me despido de Julio con un abrazo. Gracias por todo de corazón, espero que nunca haya una última despedida. Hacia las 11 de la mañana salgo del pueblo y justo adelanto a dos chicas en bici con alforjas, GPS, mapas de la Transpirenaica... y me pongo a hablar con ellas. Efectivamente hacen la transpi, pero durmiendo en refugios con sacos de dormir. Las sigo un rato hasta que vienen las primeras subidas y nos separamos. Yo voy a mi rollo, esta vez no pienso seguir a nadie, entre otras cosas porque tengo las piernas destrozadas. Noto mientras empiezo a subir que las piernas queman, queman y queman más. Sigo subiendo por pista asfaltada en dirección al Coll de la Jaça, situado a 1200 metros por encima de mi nivel. Concretamente, en 20 kilómetros de subida habré subido esos 1200 metros.



Para empezar bien la mañana, como es ya costumbre, me equivoco en una intersección y subo aproximadamente unos 45 minutos de gratis hacia Gisclareny. Cuando me doy cuenta de que llevo demasiado tiempo subiendo sin encontrar el siguiente punto de referencia de la etapa, bajo todo lo que había subido hasta el punto donde retomo la ruta que debo seguir. Hoy pedaleo en solitario como muchos otros días, pero el hecho de saber que no hay nadie ahí delante hace que viajes en otro estado mental. Te sientes mucho más solo, hablas más contigo mismo y te concentras sólo en seguir subiendo. También la sensación de miedo a perderse y a lo desconocido y solitario de la alta montaña es mayor.

Pedaleo durante un par de horas cuesta arriba atravesando bosques por el parque natural del Cadí i Moixeró. El paisaje es precioso, pedalear entre abetos te da una inmensa paz. En cierto punto encuentro a dos hombres trabajando talando árboles (por el bien del bosque y de manera controlada, deduzco). Espero a que aparten un tronco caído que atravesaba el camino y sigo adelante. A los dos lados del camino veo troncos talados, por todas partes. Huele a tienda de muebles. Sigo subiendo y las piernas, al haberse calentado, vuelven a responder bastante bien a pesar de que estoy bastante destrozado ya. Me siento bastante cansado y el hecho de estar totalmente solo hace necesario tener la mente muy amueblada y no perder la moral en ningún momento. Lo de la moral vale, pero si necesito estar cuerdo para estar solo allí arriba, mal vamos.

Al cabo de un par de horas, ya a las 13 horas aproximadamente, llego al Coll de la Bena. Es el último sitio donde puedo encontrar agua antes de llegar a mi destino, así que paro la bici y encuentro a dos vascos de Bilbao que ya habíamos visto anteriormente en el camino y que están haciendo también la Transpirenaica. Me indican dónde está la fuente (está muy escondida) y me despido de ellos deseándoles suerte. Debo decir que el agua de esa fuente era lo mejor que he probado nunca. Un canalón que no paraba de lanzar agua fresca como la nieve y pura como la que más. Tenía incluso sabor mineral.

Me vuelvo a poner en marcha, esta vez ya sin parar hasta el Coll de Torn, el punto mas alto de la etapa. Pronto vuelvo a dejar el bosque atrás para adentrarme en la alta montaña. Es curioso como cambia el paisaje cuando empiezas a estar bastante alto. Vuelvo a encontrarme con mis amadas compañeras de viaje, las vacas, y más de una se me atraviesa en el camino. Cada vez que encuentro una tan cerca me bajo de la bici y paso a su lado sin mirarla. Voy de rojo, y se me quedan mirando muy fijamente mientras mastican aburridas. Yo, por si acaso, paso con la cabeza agachada, ya que más de un toro parece haber también por ahí. En el camino encuentro también a un matrimonio francés que me anima gritándome: "Venga guapo, dale!". Y yo, qué remedio, le sigo dando.



Sobre las 15 de la tarde llego al Coll de Torn por fin. Lo siguiente son 30 kilómetros de bajadas hasta La Vansa, donde encontraré otra subida bastante bestia y, después de volver a bajar, llegar por fin a Noves de Segre, mi destino en esta etapa. Me dispongo a bajar por fin y descansar las piernas. El paisaje es una pasada. Ruedo y ruedo bajando por parajes amplios, llenos de piedras, hierbajos y mierda de vaca, con las montañas más bajas al fondo. Y, cómo no, me vuelvo a pasar de salida. Después de bajar unos 10 minutos me doy cuenta de que no estoy en el camino correcto. Ahora sube otra vez. Me queman ya las piernas y este error no me lo tomo muy bien, llueve ya sobre mojado (¡¡¡por favor no digas lluvia otra vez, que está el tiempo muy calmadito hoy!!!). Pedaleo durante media hora por subidas del 10% otra vez hasta retomar el camino correcto. Una vez retomado, el mismo camino me hace dudar de si es por ahí por donde tengo que bajar. ¿¿En serio tengo que ir por ahí??

El libro guía avisa que es un camino en bastante mál estado, pero es que en ciertos puntos no hay ni camino. Bajo con la bici por pendientes muy pronunciadas llenas de rocas una al lado de la otra, agujeros del tamaño de mi bici y otros tramos que parecen el lecho de un río seco en su tramo alto. Las manos aprietan los frenos con toda la fuerza que tengo para no matarme y en consecuencia se me vuelven a dormir los meñiques. Pongo la suspensión de la bici en el modo más suave para amortiguar los saltos tan bestias que estoy metiendo, pero aún así parezco Quique Tembleque. Bajo en estas condiciones durante unos 20 minutos y por fin aparezco en... ¡carretera! Casi me hace hasta ilusión poder bajar sin tener que guardar la lengua para no mordérmela.



Bajo pues hasta Josa por carretera, ya a unos 40 km/h por fin. De Josa sigo hasta Tuixent, donde decido parar a comer ya que son las 17 horas y todavía me queda la última subida gorda del día, así que necesitaré energía. Entro en Tuixent y paro en un banco a comerme el bocadillo. Mientras tanto decido que ya es hora de ir llamando a los hostales para reservar habitación. Mal asunto, no me había dado cuenta de que es Sábado. Llamo a los hostales en Noves de Segre. Mala suerte, no hay nada. Llamo a los hostales en Sorribes i La Vansa, 20 kilómetros antes de llegar a Noves de Segre. Tampoco, nada. Cero. Empiezo a preocuparme bastante. Llamo esta vez a todos los hostales en Fórnols, a 27 kilómetros antes de llegar a Noves de Segre y tampoco, no hay nada. Lo siguiente es Tuixent...

Así pues me resigno y busco un sitio donde dormir en el mismo sitio donde me encuentro comiendo. Después de buscar durante unos 10 minutos, encuentro un albergue muy bien de precio donde tienen una habitación para mí (¡¡¡¡aleluya!!!!). No he llegado a donde quería llegar hoy, pero tampoco me pongo a llorar. Así descansaré las piernas, que ya me hace falta. Dejo la bici a las 17:30 y me pego una ducha en mi habitación de 15 literas en la que estaba yo solo. Me pongo cómodo y bajo al bar. Me casco 3 cervezas y una tapa de olivas mientras escribo el relato de una etapa que hice hace ya un par de días. Llevo bastante retraso con el blog, pero mi descanso va antes (¡lo siento!). Después de haber descansado toda la tarde, ceno pronto y me pongo el despertador a las 6 de la mañana. No quiero que me pase lo mismo de siempre, mañana quiero estar pedaleando ya a las 7. Después de hablar con Julio por teléfono para relatarle mi día, me acuesto y cierro por fin los ojos, a la espera de descansar lo suficiente para afrontar el día de mañana. Tendré que hacer lo que hoy no he hecho, llegar hasta Noves de Segre, y la etapa siguiente, de Noves de Segre hasta Llavorsí. Una locura. Espero que no me revienten las piernas.

Hasta mañana.

PD: ¡Hay video de hoy, no os lo perdáis! Debajo de las fotos.









viernes, 12 de agosto de 2011

Día 5: Planoles - Bagà



Nuevo día, nueva etapa y nueva aventura. La de hoy es una etapa durísima, tanto por terreno, perfil, desniveles y climatología. Si queréis averiguar qué pasó, seguid leyendo!



Ocho de la mañana, me despierto sin alarma y me da la sensación de que soy un zombie. Esta noche me he despertado decenas de veces, he dado mil vueltas en la cama y las piernas me duelen cosa mala. Me levanto de la cama y me siento Robocop, dando pasos ortopédicos por la habitación con unas piernas sobrecargadas. El corazón me va muy rápido incluso en reposo, me canso enseguida.

Bajo a desayunar con mis compañeros. Devoro todo lo que puedo para hacer acopio de combustible y subo a preparar las alforjas para el viaje. Durante la noche he dejado el maillote colgado del balcón para que se airee un poco, pero no ha servido para mucho... sigo apestando. Bajo, pago la cuenta del hostal y preparo la bici para partir. Cuando mis compañeros bajan, aviso de que no estoy muy fino, más que nada por si ven que no soy capaz de tirar. Nos ponemos en marcha sobre las 9 y algo, saliendo de Planoles por la carretera.

Empiezo la etapa cansándome a los 5 minutos, notando las piernas ya quemadas y el corazón demasiado acelerado para las 4 pedaladas que llevo. No obstante, sigo pedaleando detrás de mis compañeros por la carretera que sube incesantemente, en dirección al inicio de la ruta de La Cerdanya, que transcurre por la montaña. Al cabo de unos 20 minutos, tiempo que mi cuerpo emplea para calentarse, noto que las piernas mejoran, me siento menos cansado y puedo seguir subiendo y subiendo sin parar. Noto una cierta mejora en mi resistencia respecto a los días anteriores. A pesar de ello, vuelvo a quedarme solo en una subida bastante fuerte. Hasta pasada una hora y algo no llego a la primera gran intersección del camino, donde mis compañeros están descansando y esperándome. En ese punto se cruzan dos carreteras y también el camino de La Cerdanya. Justo ahí empieza la siguiente fase de la etapa. Víctor y Manu suben sin alforjas dos kilómetros más por la carretera para llenar de agua todos los bidones en una fuente. Julio y yo nos quedamos esperando a que vuelvan. En 10 minutos estamos en marcha otra vez.

Entramos en camino de montaña, ya pisando tierra y piedras por primera vez en todo el día. Yo creo que no voy a conseguir subir todo eso, pero mi cuerpo... ¡está respondiendo! Sigo subiendo a pesar del calor de las 11 que empieza a notarse ya bastante, y de que mis piernas están ya doloridas. A pesar de todo ello, noto que puedo subir más rápido que antes, sin bajarme tanto de la bici y sin cansarme tanto. Pierdo de vista a mis compañeros por poco tiempo, ya que cuando paran a descansar los encuentro enseguida. Incluso se sorprenden de verme tan pronto allí arriba. Durante horas hemos estado subiendo, así que ahora toca un poco de... ¡diversión! Ya falta poco para llegar a La Molina.

Una vez llegados a La Molina... bueno, ya se sabe lo que hay en una estación de esquí: ¡pistas de esquí! Y, obviamente, toca bajarlas. Nos adentramos en el entresijo de pistas siguiendo la ruta marcada y en poco rato nos encontramos bajando con las 4 bicis por una pista azul de La Molina. En mi vida he visto nada igual, jamás había hecho un descenso tan agudo. La pista está llena de tierra, piedras, y baches hechos por el hombre: una especie de surcos que cruzan en diagonal la pista de lado a lado... y de esos había uno cada 50 metros aproximadamente. Lo pasé realmente bien y realmente mal bajando por ahí, era una pasada pero también daba bastante canguelo bajar a toda velocidad y apretando los frenos al máximo (¡hay vídeo!).





Pero si algo he aprendido en los Pirineos, es que después de una bajada alucinante hay siempre una subida acojonante (y al revés, por fortuna). Acabado nuestro descenso desembocamos en un valle que lleva directamente a la estación de La Molina. Entramos en el recinto, llenamos las botellas en los lavabos, descansamos un poco admirando la estación y nos ponemos rumbo al sufrimiento máximo de la etapa. Pobres ilusos, creíamos que lo peor había pasado.

Nos dirigimos rumbo a La Masella, teniendo que superar un gran desnivel y llegar a los 2000 metros otra vez. La ruta marca el ascenso hasta el Coll de Pal, punto más alto de toda la etapa, y luego una bajada de 15 kilómetros por carretera hasta Bagà. Ya queda poco. Y, como siempre, la cosa se complicó innecesariemente. Pedaleamos como descosidos por la montaña con subidas de más del 10% (a mí ya me parecían del 50%). Durante dos, tres horas, seguimos subiendo dejando atrás La Molina, muy abajo y muy pequeñita ya. Parece incluso ridícula. Empezamos a estar ya tan altos que empieza a hacer frío, son las 15 horas y me tengo que poner el chubasquero para calentar un poco el cuerpo. He dicho que hacía frío... pero no el porqué. Cada vez hacía más viento y el Sol había ya desaparecido detrás de unos nubarrones muy muy negros que se veían a lo lejos. Me encuentro subiendo por la montaña y de repente oigo truenos al otro lado de la montaña. Otra vez no, por favor...

Empieza a llover levemente. Me bajo de la bici y tapo las alforjas, guardo el móvil en un lugar seco y seguro y me resigno a pedalear bajo la lluvia otra vez. Pronto el bosque deja paso a paisaje de alta montaña, donde pedaleo por pastos llenos de mierda de vaca. Las subidas se acentúan bastante, en ciertos puntos me tengo que bajar de la bici sí o sí. Se vuelven a acentuar las subidas, otra vez más. Esto ya es acojonante. Me bajo de la bici totalmente y mis compañeros, los cuales veo allá arriba, a unos 500 metros, también se han bajado. Las piernas me queman, estoy destrozado, el corazón me va a 200 por hora y me noto incluso mareado. Me tomo un gel de carbohidratos, esto empieza a ser inaguantable. Para postre, la lluvia, el viento y el frío no ayudan. Empiezo a estar empapado, el terreno resbala y no se ve el final. Sólo se ve subida, subida y más subida.

En un punto bastante alto torcemos a la derecha y seguimos subiendo en dirección a un pico muy, muy alto. A estas alturas los cuatro vamos bajados ya de la bici. Cuando paramos y frenamos la bici, se arrastra hacia atrás ella sola. Es imposible subirse, ¡¡caeríamos de espaldas!! Seguimos subiendo otra hora y pico, incansablemente. Yo maldigo, insulto a la montaña, me cago en todo, me muero, me vuelvo medio loco ya. Pero sigo subiendo, sigo sufriendo. Y en esto que en cierto punto, en lo alto de la montaña, ya casi en los 2400 metros de altitud, mis compañeros encuentran un todo terreno y se paran a preguntar. Yo sigo subiendo y les veo hablar allá adelante. Hasta que me hacen señas para que no siga subiendo. ¡¡¡Me cago en todo!!! Cómo que no suba?? Es que nos hemos equivocado?? Pues SÍ. Llevábamos más de una hora subiendo en falso, gratis, a lo tonto, estúpidamente. No queda otra que resignarse y bajar. Y eso hacemos. Lloviendo, eso sí. No para de llover y estoy empapado, totalmente empapado de arriba a abajo. Bajamos unos 300 o 400 metros y encontramos el punto donde nos equivocamos. Retomamos la ruta buena hacia Coll de Pal (esta vez ya se ven las indicaciones) y seguimos subiendo (¡otra vez!). Sigue lloviendo y las piernas no me responden. Creo que todos estamos bastante cansados ya, no obstante seguimos pedaleando sin remedio.

En cierto momento empieza a llover a lo bestia, cayendo gotarrones de esos que ya hasta duelen. Yo ya me indigno y pienso... "joder, ¿¿por qué no graniza ya de paso??". Y, señoras y señores, nunca vayan con un gafe a la montaña. A los 30 segundos de haber pensado eso, se puso a granizar. Empezaron a caer piedras grandes como monedas de 5 céntimos y yo no podía ya hacer otra cosa que reirme. Empecé a descojonarme supongo porque ya no tenía nada que perder y la situación era surrealista. En pleno agosto y granizando en la montaña, pedaleando, empapado y sin fuerza alguna. Pero, como no hay nada más fuerte que la voluntad humana (y las ganas de llegar a la ducha), sigo adelante. Hora y algo después llegamos al punto más alto de la etapa. ¡POR FIN! A partir de aquí es todo bajada hasta Bagà. Pero de repente surge un problema con el que no habíamos contado. Estamos empapados y hace mucho frío y viento. Y cuando uno baja con la bici, hace más viento todavía. Y más frío.

Empezamos a bajar y no pasan 20 segundos que ya estoy tiritando. Para postre, Manu se ha quedado sin pastillas de freno y la bajada se le complica. Intentamos apretar sus frenos de manera que pueda seguir adelante, pero no hay manera. Seguimos bajando y yo empiezo a encontrarme mal del frío y la humedad. Paramos para secarnos un poco y me cambio de camiseta. Seguimos adelante y Manu se queda atrás por culpa de los frenos. Por fin llegamos a Bagà después de media hora bajando sin parar y dejamos las bicis en el parking de Julio. Tiene casa en Bagà y me han invitado a quedarme con ellos ahí a dormir. Subo a su casa y me presenta a su hermana y el marido, que me caen igual de puta madre que mis companeros. Julio sale a buscar a Manu y mientras tanto Manu consigue llegar en un camión que ha parado. Al cabo de un rato Julio vuelve a Bagà y por fin estamos todos a salvo, a las 20 horas, duchados y secos.

Por la noche salimos a cenar a un restaurante del pueblo (Niu Nou), donde les invito a unos vinos en agradecimiento por la hospitalidad. Compartimos una agradable cena y lavamos maillotes, culottes, camisetas, etc... Se agradece tener ropa limpia después de tantos días. Después de una conversación nos vamos todos a dormir. Cojo la cama muy agusto, pero tengo las piernas destrozadas y el metabolismo bastante acelerado. El corazón me va muy rápido a pesar de estar en reposo. Me muevo mucho durante la noche. No obstante, el sueño me ayuda a olvidarme de las penúrias del día y reposar los músculos. Mis compañeros se quedan en Bagà, así que mañana yo salgo hacia Noves de Segre en solitario.

Buenas noches.

PD: Mis más grandes agradecimientos a Julio y a toda su gente por ofrecerme su casa y acogerme como uno de ellos. Sois gente de puta madre! Espero veros muy muy pronto.

PD2: No hay muchas fotos de hoy debido a la lluvia.

lunes, 8 de agosto de 2011

Día 4: Camprodon - Planoles



¡Buenas a todos otra vez!

Esta vez vengo para relataros cómo fue la siguiente etapa. Antes de nada, debo decir que fue el primer día que llegamos temprano al hotel y pudimos descansar. Ahí va eso.



Me levanto a las 8:00 y me siento como si tuviera la gripe. He dormido bastante mal ya que me he despertado muchas veces y no he descansado bien. El dolor de piernas empieza a ser bastante grande ya. Me aseo y bajo a las 8:30 a desayunar. Esta vez queremos aprovechar que no hay pinchazos que arreglar para poder salir pronto y desayunar con tranquilidad. Nos zampamos un desayuno a base de leche con Colacao, zumo, tostadas con embutido y si mal no recuerdo alguna que otra magdalena. Seguidamente subo a prepararme y me quedo 2 o 3 minutos pensando qué maillote ponerme, si el que huele a humedad y a cerrado o el que huele a sudor avinagrado. Finalmente me decanto por el vinagre, me da más asco la humedad que el olor a ensalada.

Preparo las alforjas y dejo las bolsas de basura bien a mano por si llueve otra vez para taparlas. Bajo con la bici y en poco tiempo estamos listos para irnos. En esta etapa, como ya comenté en la anterior, nos acompaña Manu, amigo de Víctor y Julio. El tío se lo curró muchísimo trayéndonos cámaras de repuesto desde Barcelona y ahora estamos tranquilos en caso de pinchazo. Nos ponemos en marcha y pasamos por el pueblo a comprar barritas de muesli e Isostar para el camino. Salimos del pueblo y nos dirigimos ya directamente rumbo a las montañas.

Los primeros minutos experimento en las piernas una quemazón y un dolor que me hacen pensar que el día va a ser duro. El corazón me va muy rápido y me canso enseguida. Síntoma de cansancio acumulado y de que no me ha dado tiempo a recuperarme todavía. Aún así, sigo pedaleando detrás de mis tres compañeros por la carretera.

Pronto la carretera recta da paso a una carretera con largas, muy largas subidas y muchas curvas. Estamos subiendo hacia Tregurà. En poco tiempo vuelvo a quedarme solo y pedaleo en silencio, escuchando únicamente el constante ruido de la cadena y las ruedas (aparte de las múltiples moscas que acuden a mi cara). Media hora subiendo, una hora, hora y media... pasado un tiempo llego hasta Tregurà de dalt, donde están mis compañeros descansando y rellenando las botellas. Es importante hacer acopio de agua e hidratarse bien en ese momento puesto que a partir de ahí no vamos a encontrar agua hasta que lleguemos a Ribes de Freser. Y eso son unos 40 kilómetros, pasando un importante desnivel.

Reanudamos la marcha y entonces empieza lo bueno, el demonio de la etapa. Hay que superar un desnivel de 900 metros en 7 kilómetros para llegar a la cota 2000, en el Collat de la Gralla. Enseguida vuelvo a quedarme solo pedaleando por caminos de tierra que intentan por todos los meios que no suba. Mis piernas responden hasta cierto punto, pero tengo ya muchas agujetas y tengo que parar cada ciertos minutos para poder continuar. Pedaleo durante mucho, mucho tiempo, haciéndose eterno cada minuto. Tardo dos horas en subir 7 kilómetros, a 3 kilómetros y algo por hora. Una barbaridad. Una bestialidad de subida, muy cansina. Desde donde estoy puedo ver el pico a donde tengo que llegar. Puedo ver como está envuelto en nubes.

Llego arriba después de dejarme el hígado en la subida y me meto de lleno en medio de las nubes.
Acabo de alcanzar por primera vez la cota 2000. No se ve nada a 15 metros delante de mí, parece que haya niebla, ¡pero no! Podría decir que estoy en una nube, pero me duelen demasiado las piernas para afirmar tal cosa.

En el punto más alto me encuentro con mis compañeros. Descanso con ellos, nos hacemos un par de fotos y me pongo el chubasquero. Hace muchísimo frío. No obstante, estamos contentos. Después de horas, de pedalear durante 20 kilómetros subiendo, hemos pasado lo más difícil de la etapa y ahora tenemos por delante otros 20 kilómetros de bendita bajada hasta Ribes de Freser. Nos ponemos en marcha, pasando por parajes inhóspitos a la par que impresionantes. Me paro mil veces a hacer fotos, enamorado de lo que veo. Pedaleamos rodeados de nubes y de vacas. Bajamos por pistas fáciles y difíciles, por caminos descuidados llenos de piedras que dificultan el descenso. Disfrutamos el día como el que más, bajando durante un par de horas hasta llegar a Ribes de Freser.

Paramos en dicho pueblo a comer y nos metemos cada uno de nosotros un entrecot con salsa de ceps entre pecho y espalda y un mel i mató de postre. Faltan 6 kilómetros hasta llegar a Planoles. Pensábamos que se haría corto, que sería planito y que en media hora estaríamos en el hostal. Pues MAL, muy mal pensado. No se puede pedalear al 100%, ni siquiera al 50% cuando tienes el estómago lleno de comida. Los 6 kilómetros que nos separan de Planoles hacen subida por la carretera y se nos hacen muy largos. No obstante, hacia las 18 de la tarde llegamos a nuestro destino.

Una vez allí, guardamos las bicis, nos pegamos una ducha y, por fin, nos bebemos unas cervezas tranquilamente en una terraza. Conseguido, primer día de ruta que podemos descansar antes de cenar. A mí las piernas me cuesta ya moverlas, tengo agujetas hasta en las uñas de los pies y noto el corazón súper acelerado, me noto cansado. Pero da igual, estoy satisfecho. Estoy llegando más lejos de lo que creí que podría llegar dado mi entrenamiento previo. Además estoy disfrutando de una compañía de puta madre con gente cojonuda (todos los tacos del relato van juntos en esta frase). Después de tomar algo, tomamos una cena alta en calorías y nos retiramos, esta vez sí, a dormir por fin.

Y este es el relato del día, pequeñ@s. Si queréis leer algo emocionante, trepidante, desesperante doloroso, preparaos para leer la próxima etapa. Esa sí fue sufrimiento en estado puro. Hasta entonces, os dejo aquí unas cuantas imágenes para que os entretengáis.

¡Hasta pronto!














sábado, 6 de agosto de 2011

Día 3: Sant Llorenç de la Muga - Camprodon



Ya dije en la entrada anterior que lo que esperaba para el segundo día de ruta era mucho peor que cualquier cosa que pasara el primero. Ahí va el relato:





Nos despertamos a las 8:30 aproximadamente y bajamos a las 9 a desayunar. Una hora un poco tardía para estos días de ruta, pero el hecho de haber llegado a las tantas de la noche el dia anterior lo ha retrasado todo, desde la cena hasta el momento de irse a dormir y el de levantarse. Víctor y Julio, ya compañeros oficiales de viaje, devoran, al igual que yo, un desayuno digno de campeones preparado por Raquel, dueña del hostal. Después de desayunar sacamos las bicis y nos llevamos a la habitación las cámaras que pinchamos ayer. Si recordamos, yo pinché 3 veces, Julio una y Víctor dos.

El trabajo de reparación se alarga bastante y nos estamos hasta las 10:30. Yo consigo reparar dos cámaras y Víctor una, lo suficiente para poder continuar ese día... eso sí, con tan sólo una cámara de recambio para tres. Salimos del hostal y nos dirigimos al pueblo a rellenar botellas y comprar aquarius, barras de muesli y un par de kits de reparación de pinchazos. A las 11 de la mañana partimos rumbo Camprodon.

Cuando llegamos a Albanyà Julio tiene la idea de hacer el camino hasta Camprodon por carretera en vez de meternos por pistas de montaña. La razón estaba clara: si pinchamos en la montaña más de una vez, estamos vendidos (sólo hay una cámara de repuesto), y si pinchamos en carretera al menos estamos cerca de la civilización. Así pues decidimos dar la vuelta e ir buscando la carretera de Olot, aunque en vez de 60 kms vamos a hacer... 100.

La mañana transcurre tranquila por asfalto, pedaleando muchísimo bajo un calor sofocante y en línea uno detrás de otro casi todo el tiempo. Hacia el mediodía paramos a comer en un buffet libre (con dos cojones!!!!) y procuramos no pasarnos mucho tragando. Cualquiera es el guapo que pedalea otros 60 kms con el estómago a reventar. Después de comer nos tumbamos los tres debajo de unos árboles a descansar 15 minutos y retomamos la marcha. Otro par de horas pedaleando como si no hubiera mañana y... de repente se nos unió una indeseada compañera de viaje que iba a estar muchos días con nosotros: la lluvia.

Casi me hacia ilusión estrenar el impermeable. Maldito ingenuo. Nos preparamos para la lluvia bajo un puente, tapando las alforjas con bolsas de plástico y a nosotros mismos con chubasqueros. Retomamos la marcha cerca de las 18h y nos dirigimos derechos al punto donde empieza el tramo final de la ruta: el infierno. Sobre las 19h llegamos al punto donde empieza el ascenso a la Vall del Bac, un puerto de montaña de 20 kms y lleno de subidas mortales y bajadas totalmente innecesarias desde mi punto de vista. Nos tomamos unos geles de carbohidratos y empezamos la marcha. Pronto Víctor y Julio desaparecen pues van mucho más rápido que yo. Pedaleo en silencio bajo la lluvia por la pista asfaltada que cruza el bosque subiendo, y subiendo... subiendo más y más, sin parar. El primer tramo lo hago casi cómodamente, con subidas que no llegan al 10%. Lo bueno empieza al dejar el bosque y alcanzar la alta montaña.

Lo que eran subidas soportables empiezan a convertirse en subidas del 15%. Lo que era lluvia floja se transforma en lluvia fuerte. Cada vez más. Me bajo de la bici en muchos tramos, el dolor de piernas en esas subidas se hace insoportable... quema. Me encuentro pedaleando por un camino de alta montana, con durísimas subidas, empapado de agua, con un viento y un frío cada vez peores y mi moral cada vez más baja. Pedaleo durante horas y veo que el camino no se acaba nunca. Es que estas montañas son infinitas? Se me hace interminable, y el tiempo no ayuda. Voy a contrareloj. Son ya las 21h, el Sol ya se ha ocultado, empieza a oscurecer, cada vez llueve más y me queda mucho para bajar de las montañas y aparecer en el valle que lleva a Camprodon. Estoy totalmente desmoralizado, empiezo a pensar que tendré que dormir en el bosque, empapado y tratando como estaba. La locura llama a la puerta y me encuentro gritando en medio de las montañas mas altas en las que nunca he estado. Nadie responde, nadie te oye ahí arriba.

Finalmente, a las 22h y pico, el camino empieza a bajar y salgo al valle. Aparezco en Sant Pau de Segúries y paro bajo un toldo a llamar a mis seres queridos para que no se preocupen. Sigue lloviendo. Pregunto como puedo llegar lo más rapido posible a Camprodon y me indican la carretera. Seis kilómetros más y estaré a salvo por fin. Pedaleo como un loco por la carretera sin luces, sin reflectantes, lloviendo y reventado las rodillas ara llegar lo antes posible al hostal. Nunca 6 kilómetros se me habían hecho tan largos. A las 22:40 llego al hostal, desde las 11 de la mañana que empezamos la etapa. Me doy una merecidísima ducha y me encuentro con Víctor y Julio para la cena. Habían llegado 10 minutos antes que yo, también lo habían pasado mal... y es que la lluvia lo empeora todo 10 veces.

En Camprodon se nos une un amigo de Víctor y Julio... Manu, quien no pone cara de mucha alegría cuando mientras cenamos le contamos los relatos de los dos primeros días. Después de cenar estamos tan destrozados que nos vamos directamente a las habitaciones a dormir. Yo debería escribir el relato del dia, pero son ya las 00h y no tengo fuerzas ni para lavar un poco la ropa. Mañana oleré a chotuno, pero ya hasta eso me da igual. Pongo la alarma a las 8 y por fin me meto en la cama. Al principio me entra el tembleque con el cambio de temperatura al meterme en la cama calentita. Treinta segundos después, estoy profundamente dormido.

PD: No hay prácticamente fotos de hoy ya que toda la etapa ha sido en carretera (nada a destacar) o en montaña con lluvia.




jueves, 4 de agosto de 2011

Dia 2: Llançà - Sant Llorenç de la Muga



Hola a todos!!!

Ante todo, disculpad la tardanza en escribir. Cuando leáis lo que he vivido estos días lo entedereis. La primera etapa fue hace ya dos días, y tengo que decir que el dia tuvo de todo. Vamos a ello...



Salgo de Llançà a las 10 de la mañana y me encuentro con dos chavales de aproximadamente mi edad equipados con bicis, alforjas, etc... tenían toda la pinta de embarcarse también en esta aventura y, en efecto, empezaban la Transpirenaica. Nos presentamos, hablamos un poco y yo salgo de ruta mientras ellos se quedan desayunando. Así es como conozco a Víctor y Julio.

La primera en la frente, nada más empezar me pierdo por la montaña. Después de una hora dando vueltas como un tonto, saco el gps y por fin encuentro la ruta correcta. Sigo pedaleando dejando el mar atrás. Saco la cámara, hago un par de fotos para despedirme de la costa y tiro hacia adelante. Subidas durillas, calor sofocante y la soledad como compañera de viaje. Llego hasta Villamaniscle donde paro a repostar agua en la fuente del pueblo y poco después llegan los dos chavales que acababa de conocer hacia unas horas. Seguimos el camino juntos un rato y se escapan ya que van más rapido. Sigo pedaleando bajo un sol abrasador y en ocasiones me voy encontrando con mis semi compañeros de viaje cuando ellos se paran a descansar. La ruta pinta dura a pesar de ser la más fácil de todo el viaje, el calor es casi insoportable y es muy fácil perderse. En una bajada muy pronunciada veo que seguidamente viene una subida fuerte, así que cojo velocidad para hacerla más fácil. Lo que no tengo tan en cuenta es que entre la bajada y la subida hay una curva pronunciada... no me da tiempo a frenar y desaparezco dentro de una zarza. Tengo las piernas como la niña del exorcista. Más adelante vuelvo a encontrarme con Víctor y Julio y seguimos juntos. Nos perdemos y nos metemos en un camino lleno de zarzas. Resultado: cuatro ruedas pinchadas, dos de ellas mías. Nos ponemos a arreglar pinchazos durante una hora bajo el sol de las 12 del mediodía.



A las 13h retomamos la marcha y me dejan atrás. Llego a Cantallops sobre las 15:30 y paro bajo un árbol a comer. Relleno las botellas, descanso un poco y sigo adelante. Me encuentro con mis ya no han semi compañeros de viaje que estaban comiendo en un bar. Me quedo tomando algo con ellos y seguimos adelante. Pedaleamos durante horas llegamos a Darnius sobre las 18h, donde empieza el último tramo de la etapa. Empieza la aventura.El último tramo es subida todo el rato hasta Sant Llorenç de la Muga. Me quedo sólo en poco tiempo y recorro el bosque en soledad, pedaleando, subiendo sin descanso, sudando. Se hace tarde, ya son casi las 20h y todavía queda bastante para llegar al destino.

Empieza a irse el Sol y las fuerzas me flaquean, las piernas me fallan y me desmoralizo bastante. Sigo subiendo, la subida cada vez es más dura y yo cada vez tengo menos fuerzas. El último tramo se me hace insufrible entre el cansancio, la subida cada vez más dura y las prisas por salir del bosque antes de que se haga de noche. Son ya las 21h, está casi oscuro del todo y no veo signos de civilización. Cada vez desespero más y ya me veo durmiendo en el bosque. Me imagino a mis compañeros ya cenando en el hostal. Para postre, la guinda del pastel. Pincho otra vez. Me encuentro a las 21h andando por el bosque con una rueda pinchada y arrastrando la bici en las subidas. En las bajadas hincho la rueda para poder adelantar algo.Por fin, media hora después, sin fuerzas y casi a oscuras llego a Sant Llorenç de la Muga. Busco el hostal y pregunto por Víctor y Julio. No han llegado. Me ducho, les llamo y espero. Una hora más tarde llegan ya de noche y arrastrando la bici. Ellos no lo habían pasado mucho mejor, se habían perdido y encima pincharon otra vez y no tenían cámaras de repuesto. Ya por fin, después de 11 horas de bici y varias situaciones desesperantes, cenamos todos juntos con una gran jarra de cerveza de medio litro. La cena me sabe a gloria. Finalmente nos despedimos y nos vamos a dormir casi a las 12.



Puntos curiosos del día: Me he bebido un total de 10 litros de agua.

Para mañana: Mañana nos espera una ruta muy muy dura. En la siguiente entrada veréis la experiencia que viví. Hoy me voy ya a dormir porque estoy roto, pero os prometo que mañana intentaré escribir las etapas 2 y 3, que ya tengo acabadas. Sólo un avance. La etapa 2 fue muchísimo, pero que muchísimo peor que la primera. Ahí queda eso.

Hasta pronto!!!










lunes, 1 de agosto de 2011

Día 1: Contratiempos


Siento defraudar a quien defraude, pero al final hoy no he salido de Llançà. Tenia unas pequeñas molestias en las rodillas (agujetas) y decidí ponerme un poco de pomada que me facilitó mi madre. De repente las rodillas se me empezaron a poner rojas y me ardían, así que me asusté por si era una reacción alérgica y me puse en camino a buscar un ambulatorio. Mientras caminaba y perdía el tiempo, las rodillas se fueron calmando y decidí esperar a ver qué pasaba. Total, que resulta que el efecto esperado de la pomada era el que experimenté.
Después de perder un par de horas ya decidí que mejor me quedaba en Llançà y entrenaba todo el día, además de estudiar la zona y encontrar el camino para mañana.

En fin, un pequeño contratiempo que sólo me ha quitado un dia de ruta. Lo recuperaré más adelante, me lo tomo con calma.

En cuanto a las piernas, hoy he ido un buen rato con todo l equipo (alforjas incluidas) y responden muy bien. Veremos mañana... y el otro, y el otro, y... mejor no lo pienso que me entra de toH

PD: sHu biSiKLetaH toH guApaH

Reflexiones del día: La mente es muy poderosa, cuando la pomada me ha hecho "la reacción" me he mareado bastante y creía que me daba un yuyu, sólo de pensar que me estaba dando una alergia. Seguramente sería el estrés. De aquí a la bolsa de New York a comprar acciones de maíz transgénico.

Un beso para ellas y un "ey qué pasa" para ellos. Nos vemos mañana, y espero tener muchas cosas que contar!